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Aliento a seguir la lectura de la novela, desde uno mismo y desde las vidas y los sentimientos de los protagonistas —especialmente el sentimiento femenino de Marga—, ya que aportan los valores del sacrificio, heroísmo, felicidad, justicia, amor, un legado que la autora nos regala a través de su canal íntimo con gran generosidad, que en definitiva es a la...
Con su novela epistolar la artista Julia De la Rúa logra una historia de amor apasionante y excitante entre dos amantes profundamente diferentes en la búsqueda de la libertad. ¿A dónde nos dirigirá esta libertad? Esta pregunta, que lleva la protagonista en su diálogo interior, hace interesar al lector hasta el final de la novela.
Silvestre Mendo, un ser desclasado, nos arrastra, siempre en fuga, por los vericuetos en donde pululan los excluidos, los sin suerte lanzados a la calle a expensas de la violenta indiferencia de Dios y de la política.
Un vengativo asesino en serie pone en jaque a la policía, y será el brillante inspector Alex sobre quien recaiga la desasosegante investigación y solución del caso.
Jesús es un hombre humilde y trabajador que lucha cada día para darle un futuro mejor a su familia. Un grave suceso hará que su vida y la de los suyos cambie radicalmente, obligando a su mujer a tomar el mando y hacerse cargo de la situación. Una nueva oportunidad llegará a sus vidas, teniendo que dejar el pueblo donde viven.
Las alegres noches de la Provenza es una hipérbole en fascículos de una España esperpéntica, que el autor imagina en un futuro incierto, mientras los reyes Felipe VI y Letizia disfrutan de unas meritorias y fatigosas vacaciones francesas, que otros llaman exilio. Algunos han creído ver en estas páginas una sátira política. Otros, una metafísica.
Lino Montalbán malvive escribiendo reseñas literarias para el diario del que fue una estrella hasta que cayó en desgracia. Desalentado, solo y enfermo, el periodista conoce por casualidad a un viejo indigente que dice ser el hijo de Franco.
Le pido al rey de España que se vaya. Busque otra tierra. No hay razón ninguna para que siga aquí. Nosotros no queremos ser sus súbditos leales. A un rey no se le pide dimita. Se le dice que se vaya. Si se pudiera elegir rey, también no se podría quitarlo. Yo no he escogido rey, pero elijo pedir desde aquí humildemente que se vaya.
En la madrugada del 24 de diciembre de 1957, una sombra se descuelga por la fachada de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano. Es el comienzo de una conmovedora historia coral en la que se entrelazan las peripecias de los «conjurados de Medellín».
La novela está contada en primera persona. El protagonista es un homosexual que desde niño ha destacado siempre en los estudios y al acabarlos accede a un puesto de trabajo de gran proyección.